esde la perspectiva occidental, el siglo XX ha sido testigo de muchos cambios en el papel de la religión. El rápido avance de la tecnología indiscutiblemente ha jugado un rol importante. Ninguno de los principales credos del mundo, cristianos y no cristianos, se ha escapado de los cuestionamientos. El sudario de Turín ha sido expuesto a las pruebas del carbono 14 y al microscopio con escáner de electrones, al mismo tiempo que los biólogos alegan que ya pueden generar la vida. A los que se han dado a la tarea de cuestionar los principios fundamentales de la religión en sí, el éxito deslumbrante de la ciencia ha sido un contundente partidiario.
No obstante, la mera verdad es que el conflicto entre la ciencia y la religión tiene fundamentos ficticios. Como el mismo Alberto Einstein observara: La ciencia sin la religión está lisiada. La religión sin la ciencia está ciega.
Aunque la religión de Scientology surgió en el siglo del mayor auge de la ciencia y no se ha visto libre de este conflicto, cree (junto con tales como Einstein) que estos problemas inventados surgen de malentendidos tocante al papel que la religión y la ciencia deben jugar en esta época de grandes cambios; es más, de la mala comprensión de la naturaleza misma de la religión.
Aunque la primera Iglesia de Scientology no se estableció sino hasta 1954, evidentemente ha logrado suplir una necesidad religiosa. Hoy, más de 3.000 iglesias, misiones y organizaciones afines, grupos y actividades circundan el mundo, velando por suplir las necesidades de unos 8 millones de personas alcanzando a más de 100 países y en más de 30 idiomas.